el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 22 de marzo de 2023

LLEGÓ EL OTOÑO

Mientras trato de no caer derrotado en una lucha sumamente desigual contra el sueño, me lanzo a reseñar dos libritos que tengo leídos. Guerra Di Demoni es una gran obra de fines del Siglo XX escrita y dibujada por el maestro francés David B.. ¿Por qué catzo leo en italiano una obra de un autor francés? Porque por motivos que desconozco está inédita en castellano, y porque nunca en mi vida vi el álbum en su idioma original (sólo sé que se llama Le Tengû Carré). Lo más asombroso de este libro es cómo en 1997 este monstruo ya tenía su estilo totalmente pulido, totalmente definido. Después se va a animar a más cosas en materia de narrativa, va a incorporar el color, pero en estas 144 páginas ya está todo lo que uno identifica con David B.. El trazo, el manejo del claroscuro, la composición de las viñetas, la síntesis, el trabajo en los fondos (y la intuición para saber cuándo omitirlos sin que el lector sienta que le están metiendo la mano en el bolsillo), el manejo de la documentación histórica, el abordaje de las temáticas fantásticas... Tempranito en su carrera, David B. ya tenía todo brutalmente claro. El argumento de Guerra Di Demoni arranca complejo: son seis protagonistas, con objetivos cruzados, que avanzan hacia la inevitable colisión. Para la mitad de la obra, cuando todos confluyen más o menos en los mismo lugares, el relato pone cuarta y gana muchísimo en ritmo. Y en violencia. Y en humor negro. La verdad que es una segunda mitad trepidante, hipnótica, que no deja nada sin resolver. El autor nos deleita con una batalla a todo o nada entre soldados, samurais, demonios, yokais, ladrones, un monje y varias criaturas fantásticas más, justo en ese momento de la historia de Japón en la que las tradiciones milenarias se ven amenazadas por la llegada de las armas de fuego traídas de Occidente y por la ominosa presencia del ferrocarril. En este contexto, habrá personajes que luchen por honor, otros lo harán por codicia, otros porque están cegados por el odio y la crueldad más atroces y otros para divertirse, a modo de travesura. Intereses y motivaciones muy diversos para un elenco muy bien trabajado por David B. a lo largo de toda la novela. Me divertí mucho con esta historieta, y mientras traducía mentalmente del italiano al castellano, pensaba "¿cómo puede ser que esto no esté publicado en nuestro idioma, la visitadísima concha de sus madres?". Se publica cada bossssta, cada aborto talidómico, cada falta de respeto, que no tener Le Tengû Carré en nuestro idioma me produce indignación. Si me dijeran "todas las editoriales que publicaron obras de David B. se fundieron porque tiene menos fans que la leucemia y menos éxito que un Silver Solarium en Nigeria", y bueno, puede ser. Pero no es. David B. tiene muchas obras publicadas en un montón de editoriales españolas, y casi todas gozan de buena salud. Por ahí ahora que las editoriales argentinas empezaron a descubrir que el comic europeo no es cancerígeno, algún sello local apuesta por esta joyita. No estaría mal, incluso como mojada de oreja a los colegas españoles. Obviamente si sabés leer en francés o en italiano, no esperes milagros y conseguite Le Tengû Carré, o Guerra di Demoni para pasar un muy buen rato a los tiros y los sablazos junto al glorioso David B..
Me voy a Estados Unidos, año 2017, cuando Image recopila en libro el primer arco de The Old Guard, una serie creada por los maestros Greg Rucka y Leandro Fernández que ganó notoriedad hace un par de años, cuando Netflix la adaptó al formato de película. Jamás la vi ni creo que la vea nunca, así que me concentro en la historieta, que me pareció muy potente, muy interesante. Ojo: no es la gloria ni la maravilla máxima. Es una de machaca con mercenarios encubiertos de las que leímos seis millones, con una vuelta de tuerca ingeniosa: estos tipos y minas son inmortales. Combatieron en cientos de guerras desde tiempos inmemoriales y tienen el superpoder de regenerar heridas tremendas en pocos minutos, al estilo Wolverine. Pero como ya vimos en las aventuras de Gilgamesh, vivir para siempre no es tan copado. Ser el único gil que no envejece mientras tus amigos y seres queridos decaen y se deterioran hasta morir no es muy divertido. Y así es como más de uno en la Vieja Guardia tiene como verdadera meta sacarse de encima la maldición de la inmortalidad y visitar -por fin- la Quinta del Ñato. Ese conflicto interno que viven algunos de los personajes es la única capa de profundidad que encuentro en la obra. El resto es muy clásico: misiones, explosiones, millonarios garcas que les quieren robar el secreto de la inmortalidad, un traidor que juega a dos puntas, una integrante nueva que se suma al equipo como para que el lector se entere todo acerca de su funcionamiento a través de los diálogos entre ella y "los de siempre", sangre, viajes por el mundo... todos elementos con los que Rucka ya jugó en series como Queen & Country, Checkmate, Lazarus... Acá está todo muy pulido, muy reluciente, muy ganchero. Y los personajes están bien trabajados, cada uno con una personalidad marcada, y una historia previa (y muy antigua) que Rucka revela en flashbacks que no entorpecen para nada el relato. La trama romántica que involucra a dos de los muchachos del equipo también está muy bien presentada, y queda para el Vol.2 indagar en cómo la llegada de Nile altera la dinámica del equipo. Leandro Fernández deja la vida en el dibujo: retrata varias ciudades de distintos continentes, recrea en los flashbacks batallas de distintos períodos históricos, dota a cada personaje de rasgos muy distintivos y juega con "la cámara" para que no nos aburramos en las secuencias donde sólo tenemos gente hablando. Cuando le toca dibujar machaca, el rosarino tira toda la carne al asador y logra momentos de altísimo impacto, con onomatopeyas zarpadas, estallidos de sangre y unos efectos de iluminación muy logrados, probablemente consensuados con la colorista Daniela Miwa. El claroscuro extremo que ensaya Fernández en estas páginas a mí particularmente me fascina (y me recuerda a lo que hizo en Queen & Country, en su primera colaboración con Rucka), pero me doy cuenta de que, combinado con los rasgos y las expresiones faciales tan marcados, al borde de lo caricaturesco, puede resultar demasiado raro para el consumidor del mainstream clásico de EEUU. Por momentos estamos más cerca del Fernández de Far South que del de Punisher, y eso a mí me copa porque da cuenta de la libertad total con la que Leandro encaró este proyecto. También entiendo al que me diga "se va muy al carajo, el guion daba para algo visualmente más clásico". Sea como fuere, a The Old Guard le fue muy bien, el éxito de la película impulsó la venta de la historieta, y tengo entendido que hay un par de arcos argumentales más ya editados por Image, que trataré de conseguir y leer en un futuro no muy lejano. Rucka y Fernández merecen mi aguante y además este primer tomo, sin detonarme la cabeza, me resultó muy satisfactorio. Nada más, por ahora. Volvemos pronto. con nuevas reseñas acá en el blog y nos encontramos el sábado en la Biblioteca Nacional con quienes vengan a presenciar la tercera entrega de los Premios Cinder.

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