el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 2 de marzo de 2023

TARDE DE JUEVES

Antes de que el calor me termine de derretir el cerebro, quiero expresar algunos conceptos acerca de los últimos libros que leí, como siempre, mal y tarde. Allá por el 2005, el maestro Vittorio Giardino, tipo poco afecto al trabajo con guionistas, formó equipo con Giovanni Barbieri para un experimento a priori muy interesante: un comic que replicara/ satirizara los tropos y los caprichos narrativos de las telenovelas. Así nace Eva Miranda, un proyecto al que le debe haber ido bastante mal, porque termina con el anuncio de una segunda parte que nunca se publicó. Son estas 46 páginas, y no hay más, aunque la historia termine (como en cualquier telenovela que se precie de tal) en un cliffhanger de alto voltaje dramático. Una pena, sobre todo porque nunca vi a Giardino dibujar mejor que en este álbum. La trama es atrapante (a menos que se te hagan infumables las telenovelas) y la idea de interrumpirla con avisos publicitarios en joda es brillante. Todo ese costado irónico/ satírico funciona a la perfección, sobre todo si conocés los códigos del subgénero al que se proponen satirizar. Hay filiaciones dudosas, traiciones, revelaciones shockeantes, sexo, amor a contra corriente, villanos malísimos, héroes buenísimos... y Eva Miranda, que juega un rol extraño, ambiguo, muy interesante, pero que no se termina de explicar en esta primera (y única) entrega. Como tantas telenovelas, esta historia transcurre en el maravilloso mundo de los millonarios, y también hay afiladas y sutiles reflexiones acerca de eso. O sea que, si bien está intencionalmente superpoblada de clichés, Eva Miranda es una historia sumamente entretenida, con muy buen ritmo, diálogos ingeniosos y algo para decir más allá del gaste al bastardeado subgénero de la telenovela. Y claro, por encima de todo eso, flotando cerca de la gloria, pasa el dibujo de un Giardino prendido fuego. Un Giardino ya totalmente afianzado en la línea clara, una especie de André Juillard más versátil en el campo de las expresiones faciales, que acá además aprovecha para revelarse como un magnífico diseñador de vestuario. En vez de copiar de fuentes documentales, el creador de Sam Pezzo, Jonas Fink y Max Friedman se luce con la invención constante de nuevos e impactantes atuendos para que luzcan Eva, Mirna, Randa y el resto del elenco femenino de la historieta. Si estás muy acostumbrado al comic de superhéroes, donde los personajes usan básicamente la misma ropa durante décadas, lo que hace Giardino en este álbum te va a sorprender. Visualmente, Eva Miranda es un festival de formas y colores alucinantes, fruto de un laburo atrevido, apasionado, por parte del maestro oriundo de Bolonia. Es difícil recomendar una obra que no termina, pero con lo que hay en este álbum de Eva Miranda me quedé más que conforme. Y si estás en ese nivel de fanatismo por Giardino en el que ya no importan los guiones, acá lo vas a ver divertirse y arriesgar como pocas veces, con resultados fascinantes.
Allá por el 14/06/19, me tocó reseñar el primer integral de Mikilo, editado por Comic.ar. Después me colgué mal, y recién ahora leí el segundo. Este es un tomo potente, de más de 200 páginas, que requiere ser leído de a poco, porque incluye un montón de historias cortitas, algunas muy similares entre sí. Entonces, si te lo devorás todo de un saque, la fórmula que emplea el guionista Rafael Curci se te empieza a hacer repetitiva, y ya el único atractivo pasa a ser el monstruo/ fantasma/ demonio con el que Mikilo va a intercambiar unos puñetazos. Leído de a poco, con pausas entre las historietas, se disfruta todo mucho más. El vuelo poético de las historias se hace más palpable, se aprecian más los diálogos entre Mikilo y Adolfo, y cuando aparece un guion de esos grossos, pero grossos-grossos (como el de "Dos hermanas", que para mi gusto es la mejor historia del tomo) impacta mucho más. Una vez que estás familiarizado con la dinámica de la serie, sabés que ninguno de estos mitos criollos van a terminar con la vida de Mikilo, ni de Adolfo, e incluso sabés que ninguno de estos monstruos/ fantasmas/ demonios van a ser una farsa urdida por un garca para engañar a la gilada, como pasa en cualquier capítulo de Scooby-Doo. Y entonces está bueno que la serie agregue una nueva dimensión en la que sí hay sorpresas (y grossas) que es la del cambio constante de dibujantes. Sobre la base cada vez más sólida de Marcelo Basile + Tomás Coggiola, el libro se enriquece y mucho con el aporte primero de Sergio Ibáñez (en un nivel excelente), más tarde Leonel Castellani y después una seguidilla tremenda: Quique Alcatena, con unas páginas preciosas, con el recurso alucinante de no entintar el lápiz cuando aparecen personajes fantásticos; Rubén Meriggi, con un relato muy breve, pero muy power; y el inolvidable Francisco Solano López, también con una historia cortita. En el 2002, cuando entregó estas páginas, Solano ya no estaba en su pico como dibujante, pero se nota mucho la cancha y la maestría en la elección de los ángulos y la distribución de los elementos dentro de la viñeta, items en los que el prócer todavía podía dar cátedra. Me sorprendió muy gratamente el trabajo de Silvestre Szilagyi, apuntalado por un tremendo trabajo del colorista Andrés Cornejo, me gustó la segunda historia que dibujó Diego Greco (la que es a color directo) y cerca del final, me conmovieron con su entrega otros dos dibujantes que dieron el 110%. Nunca había visto a Pol Maiztegui dibujar tan bien como en estas páginas, y nunca me imaginé que Santiago Caruso (al que, lógicamente, asociaba con su increíble carrera como ilustrador) podía dibujar historietas de un modo tan, pero tan brillante. En las páginas de Caruso (que son apenas seis) reaparece la magia de Alberto Breccia, de Carlos Nine... una demencia maravillosa que rompe con la hegemonía de estilos más clásicos y eleva el vuelo poético del guion de Curci a niveles insospechados. Después hay textos, un bestiario, pin-ups a cargo de otros capos del dibujo y demás. Pero nada me impactó como las páginas de Santiago, que además forman parte del tramo del libro integrado por las aventuras más recientes, que son las que yo estaba descubriendo por primera vez. Como ya vimos, en 2022 volvió Mikilo con una nueva aventura, con un Rafael Curci muy comprometido y un Marcelo Basile tremendamente upgradeado. Ojalá el público acompañe y haya mucho más Mikilo en los años venideros, pero si eso no sucede, nos queda el consuelo de tener en una excelente edición todo el material de las décadas anteriores, que es mucho y recontra amerita una relectura. Nada más, por hoy. Me voy a pegar la ducha nº176 y me vuelvo a tirar abajo del ventilador de techo. Será hasta pronto.

1 comentario:

NN dijo...

Capo total Vittorio Giardino, aunque medio olvidado hoy por hoy, me da la impresión; me encantaría verlo en alguna historia menos solemne, jugando más a la parodia (onda "Little Ego", pero no necesariamente erótico). Esto suena tentador.