el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 29 de junio de 2023

ACÁ ESTOY DE VUELTA

Parecía que no, pero encontré un ratito para avanzar con las lecturas que tenía colgadas por falta de tiempo, así que ya tengo luz verde para robarle unos minutos a la Comiqueando Digital y escribir unas reseñas. Empezamos en Italia, año 1991, cuando se publica por primera vez L´Uomo di Mosca (el hombre de Moscú), un policial de la inmensa dupla integrada por Roberto Dal Prá y Giancarlo Alessandrini. Este es el típico thriller en el que muere una minita y es obvio que a alguien desde alguna turbia "esfera de poder" no le conviene que se investigue quién la mató. Y claro, hay un policía honesto y testarudo, dispuesto a jugársela para llegar a la verdad caiga quien caiga. Y aprietes, y traiciones y revelaciones shockeantes. No sé si en 1991 esto era novedoso, pero hoy seguro que no lo es, con lo cual cualquier lector más o menos avezado se da cuenta al toque cómo y para qué lado se va a resolver la trama que plantea Dal Prá. Lo atractivo es que el policía se llama Alexander Ivanovic Kolda y la historia está ambientada en Moscú, en los albores de la era post-Muro de Berlín. Entonces, además de los elementos típicos de estos relatos, tenemos sutiles pinceladas acerca del poder de las fuerzas armadas sobre la policía y la justicia y los rápidos cambios sociales y económicos que experimentaba la ex-Unión Soviética en esos años. Por lejos que nos quede Moscú (no así la corrupción de los poderosos o las mafias judiciales que Dal Prá muestra en la historieta), los personajes se sienten cercanos, humanos y creíbles. No son meros estereotipos, sino que todos tienen sus matices. Y lo más lindo: el dibujo de Alessandrini, que acá salta al vacío para extremar su amor por la línea clara. Acá hay un predominio absoluto del blanco, prácticamente no hay masas negras, y el trazo del creador gráfico de Martin Mystére se reduce a una línea muy finita, como si fuera un alambre, de una prolijidad pasmosa y claro, muy cerca de lo que hacía en esa misma época Moebius. De hecho, hay páginas enteras que si te dicen que las dibujó Moebius, te lo creés. Como la gran mayoría de los autores italianos que incursionan en la aventura más o menos realista, Alessandrini es un narrador impecable, naturalmente dotado para organizar la información tanto dentro de la página como dentro de la viñeta, de modo que todo su despliegue de virtuosismo y la magia de su trazo están puestos al servicio del relato, que -más allá de algún diálogo demasiado farragoso- avanza con notable fluidez. En Argentina, algo de Dal Prá y Alessandrini se publicó hace muchos años en Puertitas, pero me doy cuenta de que estoy hablando de autores que son (injustamente) desconocidos por la inmensa mayoría de los comiqueros de habla hispana. Una pena.
Me voy a EEUU, año 2017, cuando el músico Jonathan Coulton empieza a sospechar que las canciones que compone tienen ciertos temas en común y que, ordenadas de cierto modo, pueden "leerse" como una especie de narración. Coulton se contacta nada menos que con Matt Fraction y le dice "tratá de armar una novela gráfica con estos conceptos". Fraction consigue que Albert Monteys se sume como dibujante y así se publica Solid State, un libro con formato cuadrado, similar al del disco de vinilo (incómodo como tampón de virulana), donde las ideas de Coulton toman forma de historieta. Me costó un huevo terminarlo. Son 128 páginas con poco texto, pero se me hicieron infinitas. No por el dibujo de Monteys, obviamente, que es glorioso, al nivel de lo que vimos en ¡Universo!. El problema es el argumento, la forma en la que Fraction amalgama conceptos y fuerza la conexión entre ellos para formar un único relato y no... tres, ponele. Desde el momento en que la obra pretende ser consistente de punta a punta, y presentarnos todo esto como una única historia, se vuelve entre críptica y absurda. Lo cual no quita que tenga (sobre todo en el tramo del medio) momentos excelentes, como cuando indaga en "la trampa" de las redes sociales, y cómo se usan para manipular a la gente, orientar sus intereses y robarle información sobre sus vidas privadas. Y así como hay momentos brillantes, hay otros infumables, que sólo resultan tolerables por el dibujo de Monteys. Y otros que no se entienden, o que por lo menos yo no entendí. Hay sueños, recuerdos, realidades paralelas... por momentos se hace todo un poco confuso al pedo. Para la próxima, Fraction, jugate por tus propias ideas, que suelen ser muy buenas. Y si te llama Coulton, o cualquier otro músico, decile "no, gracias".
También en 2017, pero en Japón, el maestro Junji Ito se puso a adaptar al manga Indigno de Ser Humano, una novela de Osamu Dazai. El resultado fue una serie relativamente corta (creo que son tres tomos, nomás), que arranca con un Vol.1 fascinante. Los últimos mangas de Ito que leí me habían parecido medio falopa, pero esto es definitivamente otra cosa. hay margen para esa imaginería retorcida, fantasmagórica, exagerada y truculenta que caracteriza al maestro, pero la trama va para otro lado y me cerró mucho más que otras obras en las que Ito juega a ser más Ito que nunca. Indigno de Ser Humano es un manga existencialista, que indaga en las profundidades de la psiquis del ser humano, en los vínculos, en los anhelos, las pulsiones, las penas, las frustraciones de no tener un mango, el sufrimiento que causa el amor, los placeres del sexo con y sin amor, los vaivenes y la runfla constante que empañan las causas políticas... Todos temas muy adultos, abordados con una profundidad casi agobiante por Ito (y supongo que por Dazai). Este es un manga que te hace mal, que te tortura psicológicamente, porque querés que Yozo Oba sea mucho más feliz de lo que es, y sabés que las cosas están dadas para que pase todo lo contrario. Un trabajo de una calidad realmente apabullante por parte de Junji Ito, que no se cuelga en boludeces, sino que avanza a muy buen ritmo y jamás deja de impactar con la perfección y la originalidad de su trazo. Entre tanta porquería adocenada de pibes del secundario con poderes locos que combaten con demonios y bizarreadas varias, Indigno de Ser Humano levanta otras banderas, las de un comic realmente adulto, jugado, pesado, tremendo en el mejor de los sentidos. Si en los tomos posteriores esto no se cae a pedazos, estaremos hablando del mejor manga publicado en Argentina en 2023. Y nada más, por hoy. Ni bien pueda, vuelvo a la carga con nuevas reseñas. Y si todo sale según lo planeado, para el lunes 17 tendremos disponible el nº7 de la Comiqueando Digital y mi vida volverá a algo así como la """normalidad""". Gracias por el aguante.

4 comentarios:

Milo Garret dijo...

Qué bueno que volviste, Andrés, se extrañaban las reseñas! Che, offtopic, qué es recomendable del universo últimate? Spiderman, Xmen? Los están sacando en el kiosco a precios más que razonables... Alguien tiene idea?

Andrés Accorsi dijo...

Los primeros... seis tomos de X-Men son buenísimos.
Los tres primeros de Fantastic Four también, me animo a recomendarlos.
Y Spider-Man... qué sé yo... el principio está bueno, pero se pone realmente grosso mucho más adelante.

Mati.Mendoza92 dijo...

Le entraré al tomo ese de Ito cuando pueda. Es hora de agarrar un manga para mí.

Milo Garret dijo...

Gracias!