el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 5 de mayo de 2023

VIERNES VARIOPINTO

Acá estamos, con algunas historietas para comentar. El año pasado se publicó en Argentina un segundo integral de El Gato del Rabino, de Joann Sfar, con dos álbumes: el Vol.4 (Le Paradis Terrestre, de 2005) y el Vol.5 (Jerusalem d´Afrique, de 2006). ¿Por qué el segundo tomo tiene sólo dos álbumes franceses, si el Vol.1 traía tres? Porque Jerusalem d´Afrique es una historieta de 80 páginas, una bestialidad para un álbum francés que forma parte de este tipo de series. Pero no será la única vez que Sfar rompa con el standard de las 46 páginas... ni tampoco el álbum más largo de la serie. Este tomo arranca con una portada tan hermosa que pensé "si adentro hay TRES viñetas dibujadas a este nivel, ya se justificó todo". Hay más de tres viñetas dibujadas a ese nivel, por suerte. Sfar se aferra caprichosamente a la grilla de seis cuadros por página (y no la traiciona nunca, en ninguno de los dos álbumes que compila el integral), pero en cada uno de esos cuadros pone el alma. Acá hay laburo a destajo, hay belleza en los detalles (que abundan y mucho), hay composiciones magníficas, una falsa sensación de caos que se entiende de una, sin el menor esfuerzo, y también hay algo que en la edición argentina se desluce: mucho texto. Al publicar las historietas en un tamaño bastante más chico que el original, la tipografía de los diálogos y bloques de texto se reduce hasta hacerse casi microscópica. Por momentos se hace realmente complicado deducir qué carajo dicen esos garabatitos minúsculos que le salen de la boca a los personajes... porque además son historietas MUY habladas, donde el diálogo tiene un rol absolutamente fundamental. En cuanto a las de los álbumes, "El Paraíso Terrenal" es raro porque prácticamente no aparecen el rabino Abraham y su hija, que hasta ahora eran los protagonistas de la serie, obviamente junto al gato del título. Esta vez el protagonismo lo acapara "el malka de los leones", a quien Sfar nos presentara en el segundo álbum de la serie, y ahora nos invita a seguirlo en un periplo por distintas ciudades de ese norte de África desértico de principios del Siglo XX, donde conviven musulmanes, judíos y cristianos. Sfar nos muestra "en tiempo real" algunas de las peripecias del malka, y otras nos llegan a través de relatos, que éste les narra a otros personajes. Es un álbum entretenido, con excelentes diálogos y situaciones interesantes, donde no faltan los momentos en los que el gato, el león y la serpiente se morfan el protagonismo y la descosen. "Jerusalén de África", en cambio, se me hizo denso, pesado, muy lento, muy estirado. Las primeras 36 páginas se podrían condensar tranquilamente en menos de 15 y de ahí en adelante, la trama se activa, pero tampoco es que avanza a un ritmo frenético. Acá también hay personajes interesantes y diálogos divertidos, pero va todo tan lento que se hace un poco frustrante. Hay una página en la que Sfar se encarga de faltarle el respeto a Tintín en el Congo, y por supuesto lo ovacioné de pie. Y tal vez lo que me haya mantenido más pendiente de la trama y de los diálogos es algo que no logré responder una vez que llegué al final del álbum: Ese pintor ruso, rubio, judío y comunista... ¿es Marc Chagall? Cuando a Sfar se le ocurrió ponerlo como protagonista de una serie de dos álbumes, lo dibujó pelirrojo, no rubio... pero las coincidencias son muchas. En este álbum, a los típicos contrastes entre musulmanes, judíos y cristianos, se suma uno más: el gato, su amo y varios amigos llegan al centro de África, donde la etnia predominante no son los árabes sino los negros. Así aparece otra forma de entender la religión, un tema que vuelve al centro de la escena, como en los primeros álbumes de la serie. En el último tramo, Sfar suma también una trama romántica muy bien presentada, y todo cierra de una manera muy satisfactoria, aunque la cantidad de páginas que abarca la historia sea un despropósito. Sin ser el pico de la serie, las dos aventuras que ofrece este tomo tienen su encanto, y además el dibujo es fastuoso, todo el tiempo. Dedicales un tiempo largo, leelas despacito, si no usás anteojos conseguite una lupa para luchar contra esos textos tamaño subatómico, y disfrutá de una serie atípica, en la que se habla de un montón de cosas que en las otras historietas ni siquiera se mencionan. Si no me equivoco, este año saldrá un tercer integral, también editado por Hotel de las Ideas, con nuevos álbumes de El Gato del Rabino (en Francia por ahora hay 11, así que faltan varios más para ponernos al día). Vamos por más.
También en 2022, en Argentina se publicó Los Trapecistas, una breve novela gráfica de 50 páginas a todo color que marca el debut como guionista de historietas del famoso actor Facundo Arana. Se trata de una historia de misterio sobrenatural, co-protagonizada por un ex-policía que fue expulsado de la fuerza y el fantasma de Sara, una mujer que fuera novia de este policía y que muere en la primera secuencia de la novela. Ambientada en la Buenos Aires del presente, la historia se centra mucho en el vínculo entre el ex-policía (cuyo nombre no sabemos) y el fantasma de Sara, en los recuerdos que ambos tienen de la época en la que estaban juntos, y en la extraña situación en que se encuentra la mujer, que está muerta, pero puede seguir interactuando con quien fuera su novio. En algún momento, esta conexión entre el ex-cana y el Más Allá va a disparar una vuelta de tuerca interesante en la trama del crimen que nunca se resolvió y que le costó el puesto en la Federal, pero Arana elige no hacerlo de modo explícito, sino algo ambiguo. Claramente no es eso lo que se proponía resolver, sino lo otro, la relación entre los protagonistas. Así llegamos a un final que se queda en el impacto, porque la explicación de lo que sucede no llega nunca, o llega de manera tan poco clara que yo que soy medio pelotudo no la entendí. Me quedo con el desarrollo de los personajes, algunos diálogos muy bien escritos y algo del clima. La trama, para mi gusto, está demasiado jugada al misterio. No sé si en 50 páginas se podía explicar todo en detalle, pero aunque más no sea contame por qué Sara, una vez muerta, puede hablar con su ex-novio, este muchacho medio emo que se refugia en el alcohol para olvidar lo mal que le fue en la vida. El dibujo y el color están a cargo de Juan Carlos Quattordio, quien se esfuerza por realizar un trabajo sobrio, que no desentone con el clima que conjura el guion. Básicamente, el dibujo de Quattordio se limita a acompañar al relato, sin buscar ningún tipo de lucimiento. Se supone que el público va a comprar Los Trapecistas porque lo escribe Arana, no porque lo dibuja el marplatense, y eso parece estar claro también en la dupla autoral. Lo que menos me gustó de la faz gráfica es el abuso de la fotografía para los fondos en los que había que dibujar lugares puntuales de Buenos Aires. A veces estas están mejor integradas al grafismo de Quattordio y a veces se nota demasiado el copy-paste, una práctica bastante lamentable. Fuera de eso, no encontré ni logros ni pifias que no haya visto antes en otros trabajos de este autor que, claramente, no está entre mis favoritos. Ojalá que Arana persista en su intento por convertirse en guionista de comics, y vuelva a la carga con otras obras, quizás más extensas, o más enfocadas en la trama, o no: por ahí en la esencia de su estilo como guionista hay otra búsqueda. Hoy no lo sabemos, nos vamos a enterar cuando nos lleguen nuevos trabajos de este actor fanático de las historietas que una vez dijo "yo también puedo". Nada más, por hoy. Creo que me fui un poco al carajo con la extensión de las reseñas. Gracias por el aguante y hasta pronto.

2 comentarios:

Andrés Accorsi dijo...

Sí, es una interpretación posible.

Luq dijo...

Che, para mí el 5º del Gato del rabino es el mejor, nivel lágrimas. Y seguramente tenga que ver con recorridos diferentes que yo haya disfrutado muchísimo todas esas primeras páginas donde se debaten con el pseudo Chagall sobre la identidad a través de las formas de pronunciar. Y todavía no puedo creer que sea verdad que se publica acá