jueves, 1 de mayo de 2025
FERIADÍSIMO
1º de Mayo, Día de l@s Trabajador@s, feriado global y encima esta noche tengo entradas para el concierto de Simple Minds, acá, a ocho cuadras de mi casa. Podría tranquilamente hacerme el boludo y no postear en el blog, dedicarle este rato a ver otro episodio de El Eternauta, o la adaptación de El Combate de los Jefes, o alguna otra gema de las que ofrece la querida Cuevana. Pero hoy en un mundo más justo estaría soplando las 82 velitas el inmortal Carlos Trillo, y justo ayer terminé de (re)leer una de sus obras más gloriosas, así que acá estamos.
Allá por 1981-82, cuando las historias de Buscavidas se publicaron originalmente en las páginas de SuperHum®, yo era muy pendejo y probablemente no me habrían interesado los guiones de Trillo, o me habrían ahuyentado los dibujos de Alberto Breccia. Yo soy de lo que flashearon fuerte con Buscavidas cuando Doedytores la recopiló en dos álbumes, allá por 1993-94. Hoy pude tirar a la mierda esos libritos finitos, impresos así nomás, porque felizmente hay una nueva edición de Buscavidas, en un solo tomo, mucho más cuidada, con un prólogo magnífico de Fernando Ariel García y con el agregado del episodio que no salió ni en SuperHum® ni en las recopilaciones de los ´90.
Para que nos ubiquemos fácilmente, en la continuidad de la obra de Trillo y Breccia esto viene justo después de las historias cortas que vimos acá el 22/05/14. Pero en Buscavidas la química entre los autores funciona mucho mejor. En vez de mezclar 170 técnicas distintas, Breccia se juega todo al claroscuro e instala todo el contexto visual de la serie en el terreno del grotesco más extremo, más granguiñolesco que podamos imaginar. No deja de ser vanguardia, no deja de experimentar, sorprende con el uso de tipografías y de recortes de publicidades de revistas antiguas, lleva al límite (y más allá) su impronta expresionista, y aún así se lo ve mucho más compenetrado con los guiones, más decidido a poner al dibujo al servicio del relato.
Trillo sintoniza rápidamente la frecuencia en la que quiere trabajar el maestro, y responde con historias repletas de ironía, mala leche, reflexiones amargas y situaciones en las que los personajes descienden sin el menor reparo a las fosas sépticas de la depravación moral. Buscavidas no protagoniza las historias, sino que las escucha, las vampiriza y las remata con ácidos comentarios que cierran cada una de las entregas, todas totalmente autoconclusivas. Obviamente en un libro con 14 historietas no todas son igual de buenas, pero el nivel general es realmente superlativo. La línea que baja Trillo es sutil e implacable, como la forma en que nos invita a cuestionar ideas que tienen que ver con el éxito, el poder, la belleza, la moral, incluso la cordura. Valores que -en aquellos años oscuros- pocos autores se animaban a poner en tela de juicio, y menos a burlarse de ellos. Trillo y Breccia logran una caricatura grotesca y sumamente eficaz de la sociedad de esos años, cargada de miedos, silencios y prejuicios, y lo hacen en historias que -además- están buenísimas. ¡Y los diálogos! Trillo nunca le escapó al uso de los localismos e informalismos propios del Río de la Plata en sus historietas, pero probablemente Buscavidas sea su obra más arriesgada en ese sentido, la que más apela al lunfardo, y la que tiene diálogos que nos suenan más cercanos al oído de los porteños.
El resultado de todo esto es una auténtica belleza, la demostración contundente de que en ocho páginas se pueden contar historias de gran potencia, y además jugar a fondo desde lo visual. Si vas a leer una sola obra de Carlos y Alberto, tiene que ser Buscavidas.
Y hablando de genios del claroscuro, leí Rey Rosa, un trabajo muy breve del asombroso David B., publicado en 2009 en Francia y 2010 en España. Son apenas 44 páginas en las que el autor nos cuenta una historia muy simple, basada en una obra de Pierre Mac Orlan: básicamente, un barco pirata tripulado por esqueletos de bucaneros muertos hace décadas (o siglos) vaga por los mares en busca del descanso final. Están muertos, pero sus vidas continúan, y ellos quieren ponerle fin de una puta vez. En medio de esos viajes, siguen atacando barcos tripulados por gente viva, y en uno de esos abordajes encuentran a un bebé, al que adoptan y llevan al barco pirata. ¿Cómo vive y cómo crece un bebé en un navío tripulado por esqueletos de piratas muertos? Eso es lo que cuenta el álbum en las 18 páginas finales. Hasta ese punto, Rey Rosa es más una descripción que un relato.
El clima se acerca bastante al de un cuento de hadas, no hay mucha explicación de por qué los piratas siguen vivos, ni por qué este barco asoma solo de noche y de día navega por abajo del agua, ni por qué el bebé no se ahoga cuando el barco se sumerge... Es todo un delirio muy entretenido, con mucho humor y mucha imaginación. Y el final... bueno, es el típico de las historias en las que un nenito crece fuera de su ámbito natural, no muy distinto del de -por ejemplo- The Jungle Book de Rudyard Kipling. Lo bueno es que acá casi no importa el final, lo interesante es el viaje.
Y por supuesto, el dibujo y la puesta en página de un David B. inspiradísimo, que nos regala una verdadera salvajada visual repleta de hallazgos. Su trazo vigoroso le pone aún más onda y más expresividad a lo limado del planteo, y le sube el nivel de bizarreada y de encanto surreal. El propio David B. es el responsable de colorear estas páginas, y la verdad que el color es precioso, pero podría tranquilamente no estar, porque el trabajo de línea, mancha y texturas que realiza el autor es sublime. Lástima que es una obra muy cortita, porque tanto el tema como la estética de Rey Rosa resultan perfectos para una adaptación fílmica, ya sea en dibujos animados o en stop-motion. Me la re imagino con movimiento y sonido, sobre todo con stop-motion tipo Nightmare Before Christmas, y deliro de emoción. Así como está, en esta iteración de papel y tinta, lo único que no me copó de Rey Rosa es que se termina rápido. Me doy cuenta de que no había mucho más para contar, sobre todo por lo que señalaba acerca de que el relato propiamente dicho cobra rumbo recién cuando faltan 18 páginas para el final... pero verlo a David B. dibujar a este nivel siempre dan ganas de que las historias duren el doble, el triple, 10 veces más...
Y nada más, por hoy. Disfruten el feriado y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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4 comentarios:
ODIÉ "El Eternauta", AMÉ "A&O: El Combate de los Jefes"
Que te estan pareciendo El Eternauta y El Combate de los jefes Andres? Yo me vi los primeros capitulos ayer y me encantaron, ni idea si seguiran en ese nivel
El Combate de los Jefes no la vi (no la encontré en Cuevana, al menos por ahora). La primera tanda de episodios de El Eternauta me gustó mucho, sobre todo los tres últimos. Me parece que, narrada a este ritmo, la serie va a necesitar más de 25 episodios para llegar al punto donde termina la historieta, pero hay tantos cambios respecto de la versión de Oesterheld y Solano, que por ahí llegan al mismo final por otro camino... o directamente llegan a otro final.
Un inicio realmente sólido, que superó mis expectativas (que eran más bien bajas). Salvo en algunos tramos que se me hicieron muy lentos, la pasé muy bien. Incluso hubo un momento en el que -para mi sorpresa- se me puso la piel de gallina por la emoción. Gran trabajo y gran exhibición de talento argentino.
https://gnulaseries.nu/capitulos/asterix-y-obelix-el-combate-de-los-jefes/
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