el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 16 de mayo de 2025

VIERNES ASQUEROSO

Con un clima húmedo, pegajoso, y una ciudad aplastada por la tormenta de anoche, el viernes se pone interesante recién después de las 18 hs, con actividades como una peli en la Biblioteca Nacional, un show de una banda acá a la vuelta de mi casa y una trasnoche ochentosa en un antro del Centro. Pero mientras, tengo muchísimo laburo pendiente vinculado a la Comiqueando Digital, y un ratito (más breve del que yo quisiera) para reseñar los últimos comics que leí. Por fin terminé, con un delay que me avergüenza, la etapa de Jonathan Hickman en Fantastic Four. El epílogo es este Vol.4 de FF, que data de 2012 y compila los nºs 17 al 23 (vimos el Vol.3 el 08/05/23). En esta segunda serie, Hickman desplazaba el foco de la epopeya central para mostrarnos el Lado B de la acción, casi siempre con mayor protagonismo para los pibitos: Franklin, Valeria y el resto de los alumnos de la Future Foundation. Pero el primer episodio del TPB, por ejemplo, no tiene a los nenes Richards y sus amigos, sino que es una comedia costumbrista totalmente desopilante, protagonizada por Johnny Storm y Peter Parker. A lo largo de todo el tomo, Hickman va a demostrar que también es crack a la hora de escribir comedia, y este unitario en particular no tiene nada que envidiarle a los mejores momentos de la Justice League de Giffen y DeMatteis. En el segundo unitario, Johnny comparte el protagonismo con los pibitos, y también tenemos una "no-aventura" muy atrapante. El tercero es un episodio 100% autoconclusivo y centrado en los alumnos de la FF, esta vez ambientado en Wakanda y con la incorporación de una nueva compañera a la clase. Y después sí, a partir del nº20 se vienen cuatro entregas mucho más articuladas con lo que pasaba en Fantastic Four, esa hiper-saga a todo o nada con la Supreme Intelligence, los Inhumans, el Franklin y la Valeria adultos que vienen del futuro, el Wizard y mucho más. Acá el guionista aprovecha el espacio extra para ahondar en los personajes y sus vínculos, a veces para enfatizar el dramatismo de lo que está contando, y a veces para descomprimir un poco, para recordarnos que -a pesar del tono épico y grandilocuente del relato- estos tipos y minas son seres humanos, que se equivocan, se enojan, se ríen, se enamoran... Hay muchas escenas memorables en estos números, muchos diálogos logradísimos que nos ayudan a entender mejor a personajes complejos como Black Bolt, Crystal, el Wizard, su hijo/clon Bentley, e incluso al propio Franklin, a quien -me atrevo a afirmar- nadie escribió mejor que Jonathan Hickman. En la faz gráfica, Nick Dragotta cumple y dignifica con una estética que abreva en Jack Kirby y Steve Ditko, pero los moderniza al aprovechar la gran ventaja de trabajar con un guionista que a) pide pocas viñetas por páginas y b) mete poco texto en cada viñeta. En uno de los episodios lo reemplaza un poco destacado André Araujo y en otro la rompe toda un lujoso Gabriel Hernández Walta. Gran cierre para FF y para el inolvidable paso de Hickman por la vida de Reed, Sue, Ben, Johnny y los suyos.
Prometo volver pronto con más historieta brazuca, pero hoy tengo un comic uruguayo, publicado en 2024. El dibujante es argentino pero es una historieta que primero se serializó en una revista uruguaya y después se recopiló en una editorial uruguaya, escrita por un mexicano/uruguayo. Sí, Rodolfo Santullo se vuelve a reunir con Marcos Vergara y el resultado es Primera Edición (un misterio montevideano). Una vez más, la dupla se florea a la hora de retratar situaciones cotidianas, y por suerte el guion es rico en momentos en los que la comedia costumbrista le roba el protagonismo a la aventura. El misterio, que se nutre de elementos reales y mitos que circulan hace décadas por la capital del país hermano, está bien llevado y tiene el suficiente atractivo como para justificar el hecho de que gente común y corriente, sin pasta de héroes, ni de detectives, se vean subyugados por él y quieran resolverlo. Pero a mí lo que más me gustó es la interacción entre los personajes, esos diálogos irónicos que suenan 100% creíbles al oído rioplatense y nos hacen sentir que esto que le pasa a Leopoldo y sus amigos nos podría pasar también a nosotros. No quiero ahondar mucho en la trama para no spoilear (el libro salió en Septiembre, hace relativamente poco), así que es momento de hablar (una vez más) del dibujo de Vergara. Me queda claro que Marcos sintió a esta aventura tan real y tan cercana como yo, o incluso más, porque le puso al protagonista sus propios rasgos, y a su esposa Silvina los de su esposa, Silvana. Además de dibujante, Marcos es bibliotecario como Leopoldo, así que seguro se sintió muy identificado con el personaje. El trabajo del oriundo de San Nicolás es sumamente expresivo, con un trazo muy fluido, un tratamiento sutil y precioso del color, pocas pero buenas escenas de acción, y la extraña pero acertada decisión de dibujar los ojos de los personajes sin pupilas, como hacía Harold Gray en Little Orphan Annie. El libro tiene 88 páginas de las cuales solo 64 son de historieta, lo cual para mi gusto es un disparate. Nos están cobrando por 24 páginas de las cuales dos son un texto bastante interesante de Santullo y el resto no nos aporta absolutamente nada. Ojalá que Loco Rabia, o alguna editorial argentina, incorpore Primera Edición a su catálogo para que circule en nuestro mercado, y le haga una poda a todas esas carátulas y páginas en blanco que solo ocupan lugar y encarecen al producto. Nada más, por hoy. Vuelvo a la Comiqueando Digital, a ver si legamos a lanzarla a fines de Junio. Gracias y buen finde para tod@s.

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